Juan Luis Balmaseda de Ahumada y Díez
Fecha 29/06/2022
Las noticias que nos llegan de nuestra querida Hispanoamérica son cada vez más complejas en lo que a decisiones electorales se refieren. La inquietante llegada al poder de personajes y gobiernos de ideologías, historia y discurso más que sospechosos, llenan de incertidumbre el futuro del continente. Y no es sólo mi opinión, sino la de muchos otros que temen un desastre a corto y medio plazo para el futuro de toda la región.
La llegada tramposa, ventajista y fraudulenta de palabra y obra de Chávez al gobierno de Venezuela, ha masacrado el país social, económica, estructural e internacionalmente, convirtiendo a uno de los países más ricos del mundo en uno de los más pobres, endeudados e inseguros del mundo, llegando Maduro a rematar la jugada. Tras este infame autobusero carente de formación y de discurso y repleto de ignorancia, resentimiento y sectarismo, la maravillosa nación venezolana se ha visto y se ve en una pesadilla que no puede ni quiere creer.
Los devaneos en el Ecuador de Correa y los movimientos bolivarianos en Bolivia con el esperpéntico gobierno de Evo Morales, han representado también una involución en todos los órdenes para ese sufrido y querido país en esa cosa extraña que llamamos movimiento bolivariano. El presidente de Méjico, Andrés Manuel López Obrador, ha desatado en nuestro queridísimo Méjico, quizás la mayor de las alarmas, por su populismo, por su sectarismo y por el capricho al que sólo los ignorantes o los ebrios de resentimiento y revanchismo son capaces de someter a sus países y a sus ciudadanos, en una ya tan manida y casposa, como delirante y falsa nueva historia del mundo, del descubrimiento y del porqué de las cosas.
Todo ello ha llevado a algún líder tan populista como analfabeto a exigir perdones absurdos y liderar la destrucción o demolición de estatuas de Cristóbal Colón, y otros grandes descubridores con calificativos tan extemporáneos y ridículos como los de racistas o fascistas.
Si bien es cierto que, factores como la corrupción y la mala gestión de una serie repetida de gobiernos que históricamente no han solucionado problemas esenciales para la vida y el día a día de las clases más desfavorecidas, han favorecido el nacimiento de estos personajes, y que las épocas de crisis económica suelen ser el catalizador de la protesta y revolución social de cualquier naturaleza. Lo cierto y verdad es que, desgraciadamente, la deriva de estos populismos, casi todos de origen marxista y/o de extrema izquierda, están asolando el continente americano, especialmente el hispano-americano, poniendo en riesgo principios constitucionales y libertades fundamentales.
Así, tras el Perú, este último domingo, un ex guerrillero de M-19, Gustavo Petro, ha llegado a la presidencia de Colombia, acusado de comunista empedernido por sus detractores. Su discurso no da tranquilidad ni a los mercados ni al capital, ni a la empresa, donde el populismo, unido a la mega intervención en el sector económico, y las medidas energéticas anunciadas en su campaña no hacen más que generar inestabilidad y miedo a todo el sector empresarial, y a la gran parte de la clase media y media alta del país.
Siempre el empresario, la empresa familiar, eso que en Derecho Romano conocemos como “el buen padre de familia ha intentado poner siempre a cubierto su patrimonio para defenderlo de las diferentes inclemencias, y de las turbulencias económicas sociales y políticas”.
Originariamente, el mercado hispano-americano siempre dirigió su mirada hacia la “opción B” en Estados Unidos, básicamente en Houston, San Antonio y, fundamentalmente Miami. Actualmente también es una realidad indiscutible que, tras una serie de medidas, y de incentivos a la inversión realizada por el gobierno de España en la segunda década de este siglo, España y, muy concretamente Madrid, se han convertido en un “Hub” de inversiones hispano-americanas, de tal naturaleza que venezolanos, argentinos y mejicanos han invertido miles de millones de euros en España y en Madrid. Así, en el Barrio de Salamanca y Chamberí, dos de los mejores barrios de la Villa y Corte, se ha vuelto a recrear ese maravilloso crisol de formas distintas de hablar la rica e inigualable lengua de Cervantes que compartimos.
La denominada Golden Visa, que garantiza la residencia en España y, consiguientemente, en el Mercado Común Europeo, con una inversión mínima neta en la adquisición de inmuebles de 500.000 €, así como otros instrumentos mercantiles de garantía empresarial con exención fiscal casi absoluta como son las ETVE’s (Entidades de Tenencia de Valores Extranjeros), han sido, sin duda ninguna, y siguen siendo un magnífico incentivo y un atractivo e interesante vehículo para que mejicanos, venezolanos, peruanos, argentinos y ahora colombianos, tengan en España su punto de mira para esa “opción B” de forma temporal o definitiva. De esta manera, han mantenido en muchos casos sus negocios y propiedades en sus países de origen, pero estableciendo en España una nueva “canasta donde poner parte de sus huevos”. Además de compartir y disfrutar cultura, lengua, tradición y muchas cosas más, pues, si yo siempre he defendido ese viejo axioma que dice que “Un español nunca será un español completo hasta que no conozca Hispano-América”, también creo cada día más firmemente que “cualquier ciudadano de país hispanoamericano, no estará completo hasta que no conozca España”.